Desde hace algunos años, es bien sabido que la práctica de actividad física (AF) durante las primeras etapas está positivamente relacionada con la cognición, además de sus efectos sobre la salud que están ampliamente contrastados en la literatura científica. El fomento de la condición física saludable, diaria y controlada desde las clases de EF, se ha mostrado clave para dicho desarrollo. Sobre todo la capacidad cardiorrespiratoria, velocidad-agilidad, coordinación motora o la habilidad perceptivo motriz (Ruiz-Ariza et al., 2017), son componentes idóneos para mejorar el rendimiento cognitivo (atención, concentración, memoria, planificación y organización de tareas, etc…) y académico en otras asignaturas (Lengua, Matemáticas…). Algunos trabajos de intervención también han hallado que ejercicios físicos cortos en el tiempo pero a alta intensidad y realizados cooperativamente, pueden afectar de forma positiva a la creatividad y a algunos aspectos de la inteligencia emocional de los jóvenes (Ruiz-Ariza et al., 2019). Incluso estudios como el de Ma et al. (2014), indican cómo el realizar descansos activos de 4 minutos durante la jornada escolar puede ser beneficioso para la atención del alumnado.

Más allá de la relación directa e independiente entre AF, componentes de la condición física, y mejoras en la cognición, artículos de la última década han intentado dar un paso más e investigar la posibilidad de realizar AF con demanda cognitiva (estímulos atencionales, memorísticos,…), así como integrar AF y contenidos académicos en una misma actividad híbrida (por ejemplo impartir vocabulario sobre animales, imitando los movimientos de estos por el aula). Estas últimas investigaciones están avaladas por las teorías del “embody learning” y la “cognitive load” (Mavilidi et al., 2019).

Distintos trabajos con esta metodología, demuestran un aumento de la práctica física diaria, así como un mejor rendimiento cognitivo y académico (Donnelly y Lambourne, 2011), e informan de los efectos beneficiosos que tiene para el proceso de aprendizaje la realización de movimientos corporales durante la enseñanza de contenidos académicos. El equipo de investigación de Mavilidi, ha hecho algunas propuestas en esta línea desde Newcastle (Australia). Por ejemplo, proponen el aprendizaje de los planetas y su distancia al Sol. Para ello animaron a los participantes a moverse desde el Sol a Mercurio (colocados mediante maquetas por la clase), y repitieron el mismo proceso para todos los planetas mientras aprendían los nombres de estos y su distancia al Sol. Este grupo experimental tuvo los mejores resultados de aprendizaje (Mavilidi, et al., 2017).

Actualmente, el Grupo de Investigación AFAES, de la Universidad de Jaén (España), partiendo de esta evidencia previa, está realizando 3 investigaciones diferentes en esta línea, junto a la dirección de una Tesis Doctoral cuyo eje central es también dicha temática. Además, está trabajando en un proyecto de innovación docente donde se pone en práctica esta metodología desde un punto de vista científico, para docentes y educadores que deseen emplearla. Algunos hallazgos preliminares pudieron ser divulgados por el Dr. Alberto Ruiz-Ariza durante el II Congreso PROCIDEP celebrado en Granada el día 26 de octubre de 2019. Cabe destacar, que varios investigadores del Grupo AFAES han realizado estancias de formación e investigación en Finlandia, y han podido conocer los fundamentos de estas metodologías activas en el “Playful Learning Center”, situado en la prestigiosa Facultad de Educación de la Universidad de Helsinki.
Desde el equipo de FirstGym ya se están implementando alguno de estos aspectos de manera específica dentro de diferentes proyectos nacionales e internacionales en los cuales se desarrolla esta metodología, encontrando así un punto de encuentro ideal para el desarrollo integral de los más jóvenes, con repercusión directa en su rendimiento cognitivo y escolar.
Referencias:
Donnelly, J. E., & Lambourne, K. (2011). Classroom-based physical activity, cognition, and academic achievement. Preventive Medicine, 52 Suppl 1, S36-42.
Ma, J. K., Le Mare, L., & Gurd, B. J. (2014). Classroom-based high-intensity interval activity improves off-task behaviour in primary school students. Applied Physiology, Nutrition, and Metabolism, 39(12), 1332–1337.
Mavilidi, M. F., Okely, A. D., Chandler, P. & Pass, F. (2017). Effects of integrating physical activities into a science lesson on preschool children´s learning and enjoyment. Applied Cognitive Psychology, 3(31), 281 – 290.
Mavilidi, M. F., & Zhong, L. (2019). Exploring the Development and Research Focus of Cognitive Load Theory, as Described by Its Founders: Interviewing John Sweller, Fred Paas, and Jeroen van Merriënboer. Educational Psychology Review, 31(2), 499–508.
Ruiz-Ariza, A., Grao-Cruces, A., de Loureiro, N. E. M., & Martínez-López, E. J. (2017). Influence of physical fitness on cognitive and academic performance in adolescents: A systematic review from 2005–2015. International Review of Sport and Exercise Psychology, 10(1), 108–133.
Ruiz-Ariza, A., Suárez-Manzano, S., López-Serrano, S., & Martínez-López, E. J. (2019). The effect of cooperative high-intensity interval training on creativity and emotional intelligence in secondary school: A randomised controlled trial. European Physical Education Review, 25(2), 355–373.
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